En términos generales, la amortización es el plazo de pago establecido de un préstamo durante el que se paga una tasa de interés que puede ser variable o fija. Ambas variables se acuerdan de manera previa entre el deudor y el prestamista (institución financiera).
Los tres puntos más importantes para un proceso de amortización son:
1.- Valor del préstamo.
2.- Tipo de interés.
3.- Plazo fijado para finiquitar la deuda.
Como estos tres puntos están relacionados, al solicitar un préstamo hay que considerar que, a mayor plazo de amortización, más intereses habrá que pagar. No obstante, debe considerarse que a mayor plazo de amortización, menor será la cuota periódica que deberá cancelarse.
La cuota mensual es la misma durante todo el plazo del préstamo. El dinero se distribuye por plazos entre los intereses y el capital que se amortiza. Es decir, aunque la cuota siempre sea la misma, los intereses se calculan sobre el valor pendiente. Así, la parte del abono que va a los intereses se reduce en proporción a la amortización del capital. ¿El resultado? Durante la primera etapa, el abono va dirigido a los intereses, pero a medida que se van pagando cuotas, la parte que corresponde a capital amortizado aumenta, lo que implica una disminución de los intereses.
Los primeros pagos son pequeños, lo que es bueno para los deudores. Sin embargo, como consecuencia, los últimos pagos son mucho más altos.
La cantidad amortizada de la deuda es siempre igual; así, el pasivo disminuye de manera acelerada mes a mes.
Hay que evaluar los ingresos pasados, actuales y los esperados. Además, las entidades financieras aconsejan que las cuotas mensuales no sean mayores al 40% del ingreso neto de cada persona.
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Esthela Vargas, gerente Financiera de Equifax Ecuador.